AÚN ME SÉ MUCHOS CUENTOS
Entonces miré hacia atrás
sin hacer caso de la voz
que avisaba del embarque.
“Mantengan sus pertenencias
controladas en todo momento”.
Las mías, tras el control,
agitan sus manos y sus lágrimas
y junto a ellas
pasan veloces mis recuerdos,
el sabor del café frente a la playa,
los paseos por la luna de febrero,
los cuentos de mi propia vida,
su cercanía, su música,
míos, de mi gente,
sin que nadie pueda cachearlos
ni abrir sus cremalleras.
Hasta pronto.
Es sólo un punto y aparte.
Volveremos a escribir nuestros castillos
y a leer las amapolas
en cuanto llegue volando
en una noche de junio,
acompañado de las hadas
y de todo el frescor de los reencuentros.
Tan sólo habréis de dejar
abiertas las ventanas.